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4.2.13

Un ciclo que se cierra

La Caseta de Balma se despide lentamente

“No es un cierre doloroso porque el cambio está en la calle”

 

 
 
La Caseta de Balma (Mealla, 11), establecimiento referencia de indumentaria tradicional en Castellón, se despide lentamente tras más de veinte años asesorando e investigando en el cambio de la vestimenta castellonera a la indumentaria tradicional. El principal mérito de este centro de información ha sido el valor cultural, histórico y etnográfico que ha movido a su impulsora, Imma Puig. El tema de estudio que ha caracterizado a la Caseta de Balma es el análisis del traje de labradora de mediados del siglo XVIII y que tuvo una vigencia hasta finales del siglo XIX, cuando se produce un nuevo cambio de indumentaria. Para festejar el final de este ciclo la Caseta de Balma presenta la reedición completa de los fascículos que publicó la Fundación Dávalos como apoyo a la investigación de la indumentaria tradicional de la mujer con una edición limitada de las autoras Imma Puig y Paquita Roca.
Durante estas dos décadas de existencia la Caseta de Balma ha realizado un profundo trabajo de campo en las comarcas de Castellón y provincia catalogando las piezas dieciochescas. Además de esta labor de documentación la investigación se ha completado con otras fuentes como el estudio de dibujos y pinturas de Puig Roda o Castell entre otros, grabados de Gustavo Doré, escenas costumbristas, azulejos del XVIII y platos con dibujos de ornamentos tradicionales como joyas y complementos de indumentaria (platos de boda…). Entre las conclusiones Imma Puig señala que esta vestimenta responde a una moda mediterránea con influencias francesas importada por la nobleza y enriquecida en estas tierras por la sedería valenciana con un colorido muy impactante y rico que tuvo una vigencia aproximada de un siglo. Todo este trabajo de investigación se ha materializado también en numerosas exposiciones por toda la provincia, conferencias, charlas y la atención e información desinteresada que a diario ha brindado este establecimiento en pro de la promoción cultural, histórica y etnográfica. Una labor que ha contado con la ayuda imprescindible de Paquita Roca, el grup Millars y el grupo Alimara.
La Caseta de Balma nunca tuvo un interés comercial. Hemos desarrollando un servicio de orientación en la vestimenta de hombre, mujer y sobre todo infantil. Desde 1985 conseguimos que las reinas fueran a la romería de la Magdalena con traje de labradora gracias al respaldo de Elena Beltrán y Bárbara Breva, reina y reina infantil respectivamente. Creemos que ya hemos cumplido una función y por eso queremos cerrar este ciclo. No será un cierre doloroso porque el cambio está en la calle. No hay más que ver el pregón, el esfuerzo de collas y grupos de danza locales que se han nutrido del trabajo iniciado por la comisión de indumentaria del Millars de hace 30 años o la implicación de las gaiatas por incorporar el traje de labradora. Empezó con mucha dignidad y acaba igual”, explica su promotora. Uno de los aspectos que más emociona a Imma Puig es la colaboración nacida hace 9 años con las mujeres con discapacidad de la localidad africana de Safané. “Desde Castellón les enviábamos los dibujos originales y ellas bordaban. Cobraban por piezas como cualquier taller porque para nuestra ONG era muy importante no darles dinero porque sí, sino dignificar su trabajo”, cuenta Imma Puig.
Las publicaciones y colaboraciones que tanto Inma Puig como Paquita Roca han promovido son innumerables y los fondos de La Caseta de Balma aparecen en muchas de las publicaciones de indumentaria valenciana que se conocen. Este trabajo es su mejor legado.

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