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15.6.16

Verónica Mar




Baile de contrarios



Igual que su apellido nos retrotrae a la cadencia de las olas del mar, Verónica Mar diseña sus esculturas con un movimiento rítmico, modelando el material como la caprichosa naturaleza juega con los elementos. Sus piezas son una evocación de las cabrillas, esas olas pequeñas y espumosas de color blanco que aparecen sobre el agua. Es más, la artista afirma que necesita el mar para crear. La diferencia es que la curvatura a la que somete al KRION, -un material cálido que recuerda a tacto de la flor Cala-, es un baile de opuestos. Es el oleaje de dos energías confluyendo entre sí, interactuando y retroalimentándose. Verónica Mar representa así la dualidad de la vida; la luz frente a la sombra, lo masculino y lo femenino, lo nuevo y lo viejo, la belleza y la fealdad y siempre dos. Para la escultora estos polos opuestos se necesitan para equilibrar el mundo. Un pensamiento que va más allá del arte, son un razonamiento vital que Verónica Mar defiende y practica. Y como punto de equilibrio de ambas fuerzas el vacío, donde se leen las formas dibujadas en el espacio. 





La artista nos da algunas claves cuando afirma que las piezas redondeadas son más expansivas, mientras que las alargadas son mucho más etéreas y frágiles. Algunos extremos o vértices parece que se diluyan tornándose tan livianos que podría decirse que a punto están de desaparecer. La angulosidad estaría más próxima a lo masculino, mientras las formas redondeadas de líneas arabescas a lo femenino. 


En el proyecto instalación ‘Infinito’ que presenta en Madrid, Verónica Mar juega con la numerología del 8 (Finito Versus Infinito) donde dos polos opuestos vuelven a converger. Un símbolo que incluso ha convertido en su firma creativa. La puesta en escena es especialmente teatral con el empleo de telas negras a modo de cueva, la iluminación completamente dirigida de abajo a arriba y las piezas de un blanco inmaculado. 





En esta familia de piezas existe una subserie de obras de arte cinético donde el movimiento real ahonda en esta idea de vibración ondulatoria y proporción áurea. En este grupo de esculturas contemporáneas subyace el deseo de exhortación sobre el paso del tiempo. En algunas la celeridad es mucho mayor que en otras, planteando un reto emocional al para proyectar esa energía que recorre el espacio. También lo hace por ejemplo el escultor israelí, -curiosamente también formado en el diseño de interiores- David Ascalon. Pero sobre todo es el escultor estadounidense Reuben H. Margolin quién es conocido por sus esculturas cinéticas en forma de onda o el reconocido artista catalán Tom Carr, gran conocedor de la fusión entre geometría y naturaleza. 





Verónica Mar compagina su perfil artístico con el diseño. Al igual que su baile de contrarios, ambas disciplinas suman y se compensan. Verónica crea más con una mente de artista, haciendo piezas únicas y especiales para cada cliente. Cuando se trata de esculpir y entrar de lleno en la libertad creativa, la artista siempre tiene en cuenta la relación con el entorno y el escenario, marcando la elegancia y pureza de las formas. Se podría decir que las fuerzas se igualan extrayendo lo mejor de cada disciplina. Y así, bailando, aparece esa coreografía donde todo encuentra su sitio.





Texto crítico: Patricia Mir Soria


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