Un repaso sincero por su vida y sus principales teorías sobre el arte y la psicología
El autor Vicent Meliá acaba de publicar en formato digital ’80 teorías y un drama sobre la muerte’, una obra que recoge en formato de memorias sus capítulos más importantes, desde su infancia hasta la actualidad, sin olvidar ninguna de sus obsesiones en torno al arte y al estudio de la mente. Autor de varios libros sobre psicología y sobre la figura, siempre controvertida, del Papa Luna y Peñiscola, esta vez Meliá aborda con sinceridad y sin tapujos su propia biografía.
La obra es una miscelánea de recuerdos autobiográficos por décadas, retazos de una historia personal entrelazados con teorías sobre algunas de sus preocupaciones. Nombres propios de personas -conocidas y anónimas- salpican cada página confeccionando un álbum de recuerdos. Los primeros momentos guardan todavía ese hálito en blanco y negro para ir adquiriendo toda una gama cromática con el paso del tiempo. Meliá tampoco obvia algunos de los episodios históricos que marcaron toda una generación y que en su caso fueron claves para forjar una personalidad inquieta y comprometida. Y, porqué no decirlo, algo rebelde y contestataria.
Uno de los temas que sobrevuela la narración es el arte y la pintura. Desde sus primeros contactos con el artista castellonense Forés con el que trabajó como aprendiz, pasando por las famosas tertulias en casa de su maestro, su primera exposición en 1973, las críticas de Antonio Gascó o Patricia Mir, etc. el arte es compañero fiel. Meliá analiza el panorama artístico de la capital de La Plana desde la década de los 70 en adelante.
A partir de los años 80 encontramos a un Meliá más preocupado por cuestiones psicológicas y el estudio de la mente incluido su paso por las aulas de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia. Teorías sobre la inmortalidad, la existencia de una partícula psicoeléctrica, la desprogramación o su teoría de que el olvido total no existe, entre otras, nacieron pronto en la mente de este inquieto creador y pensador. Los años 90 lo empujan a las comarcas del Norte donde estudia con pasión leyendas y documentación del Papa Luna, figura protagonista de muchos de sus trabajos posteriores.
“Nuestros recuerdos son como un amasijo de chatarra, enmarañada de sueños, miedos y fantasmas, resultado de una gran colisión entre cuatro trenes que recorren las vías del tiempo”, aclara el autor.
El libro se cierra con un drama final sobre la muerte donde Meliá compila sus teorías acerca de lo que nos ocurrirá cuando exhalemos nuestro último aliento. Para terminar con un bellísimo poema donde le pide a sus seres queridos que estén alegres cuando esa hora llegue. La fotógrafa Laura Avinent ha sido la encargada de representar simbólicamente su muerte.
Y es que otro de los atractivos del último trabajo de Vicent Meliá es la colaboración con varios fotógrafos y autores de las imágenes que ilustran el volumen. Fotógrafos tan reconocidos como Laura Avinent, Marc Dufour, Joakin Iriarte o Wenceslao Rambla junto a nombres como Carme Pinyana, Jordi Maura, Jaume Esbrí, Evelin Pinazo, Alejandro Meliá o el pintor Agustín Falomir. Todos ellos ilustran algunos de los capítulos vitales más importantes de Meliá, además de captar con su objetivo parte de su profundo universo personal.
